El reloj ya marcaba
las dos de la tarde. Cada vez movía una
aguja más cantando los segundos y los minutos que quedaban para hablar con
ella. Esta vez lo haría, le daba igual lo que le respondiese, tenía derecho a
estar enfadada.
Alba se recogió el pelo con una trenza y parpadeó tres
veces. “ ¿ Qué más da?” pensó mientras se ponía la sudadera de cuero rosa que
le habían regalado.
Cerró la mochila, se soltó el pelo, volvió a parpadear otras tres veces. Del bolsillo de
delante saco un pequeño espejo y se miro en él durante un largo rato.
La historia le aborrecía, la revolución francesa era
inentendible. Cuando acabase la clase le diría a Miriam que se la explicase.
Pensó. Ahora no tenía a nadie. Había perdido a la persona
que le explicaba historia a base de cuentos, quién inventaba una novela al
instante sobre el temario y conseguía que no despegase ni un solo segundo el
oído porque lo que ella le contaba era muchísimo más interesante que cualquier
otra cosa. Pero no solo eso. También había perdido a su mejor amiga, a su
hermana, a la persona que mas sonrisas le sacaba en los peores momentos.
Las agujas del reloj seguían moviéndose. Los minutos pasaban
cada vez más deprisa.
Miriam seguía con la mirada fija a la pizarra, y en ese
momento observó a Alba, quien parecía no enterarse de nada.
Saco su Smartphone del bolsillo delantero de sus vaqueros, abrió el whatsapp , seleccionó
el contacto y escribió:
Ya sé que no te estás enterando de nada. Si quieres quedamos
esta tarde a las cinco en el centro cultural. PD: Eso no significa que te halla
perdonado, me sigue doliendo lo que hiciste, pero no te voy a dejar tirada. No
soy así.
A los dos segundos, un móvil empezó a vibrar dentro de un
bolsillo. Se trataba de el móvil de Alba que había sonado con un pequeño
silbido.
-¿ Cuántas veces os tengo que decir que los móviles en clase
están prohibidos?
Alba saco el móvil del bolsillo, lo puso en silencio, no
contestó. Simplemente se limito a sonreír.
Mientras las agujas del reloj seguían moviéndose lentamente,
esta volvió a parpadear, esta vez más rápido. Pensaba en las palabras que le
diría, intentaría sacar el tema de conversación de una manera suave. Tampoco
quería hacerle daño. Pensó en las palabras adecuadas sin pensar en una cosa, la
más importante de todas. A veces la verdad duele por mucho que intentemos camuflarla en vestidos de colores que a veces
no existen.
Me ha gustado mucho^^ esta historia tiene muy buena pinta. Además he leído que se basa un poco en Peter Pan. Realmente tengo curiosidad por saber de que trata!
ResponderEliminarUn beso y nos leemos:)
Muchísimas gracias :)
EliminarPor supuesto que nos leemos! Un beso
hola Marta, estoy desaparecido. Acabo de leer esto y me ha gustado, tendré que buscar los primeros capítulos para entender.
ResponderEliminarTe dejo un abrazo
Gracias Moli :)
EliminarMe haría muchísima ilusión.
Un beso